SANTIAGO. Entre un 10 a 24 por ciento de la población sufre de esteatosis hepática (infiltración de grasa en el hígado o hígado graso). Sin embargo, la condición se observa en hasta un 75 por ciento de las personas obesas.
Esta inflamación del hígado, asociada con un incremento en el depósito de grasa, puede presentarse a mediana edad, en personas con sobrepeso y frecuentemente en diabéticos que no tienen ingestión de alcohol.
Esta patología, más frecuente en mujeres, es definida por la gastroenteróloga Alondra Castillo Medina como la acumulación de grasa en las células del hígado, que se llaman hepatocitos.
Entre las causas cita la presencia de diabetes y la obesidad, sobre todo a nivel del tronco, el aumento de triglicéridos y una historia familiar de esteatosis o esteatohepatitis son algunos de los factores más comúnmente asociados a esta enfermedad.
La acumulación de grasa en el hígado puede deberse también al síndrome metabólico, desnutrición, pérdida rápida de peso, ingesta excesiva de alcohol, cortico-esteroides, estrógenos sintéticos, enfermedades inflamatorias intestinales, diverticulosis con sobrepoblación bacteriana, VIH, Virus C de la hepatitis, tuberculosis, cirugía para obesidad, ingesta de aspirina, cocaína, medicamentos antirretrovirales, dislipidemias, (colesterol y triglicéridos elevados y enfermedad hepática aguda en el embarazo.
El hígado graso generalmente se sospecha en los pacientes con enfermedades o condiciones descritas anteriormente. En la mayoría de los casos el paciente se encuentra asintomático; pero puede presentar fatiga, sensación de "llenura" abdominal o puede presentar aumento de tamaño del hígado.
Se considera que tres de cada diez pacientes con esteatosis pueden evolucionar a una forma más grave de daño hepático, inflamando las células del hígado, fenómeno llamado esteatohepatitis. Esta condición con el tiempo puede evolucionar y el paciente puede desarrollar cirrosis (hígado cicatrizado).
Para prevenir este mal se recomienda que los pacientes diabéticos y con obesidad tengan un adecuado control de sus padecimientos. Debido a que una disminución acelerada del peso puede ser nociva para el hígado, se ha recomendado una disminución paulatina de peso de medio kilo por semana en niños y un kilo y medio en adultos, mantener una dieta equilibrada a base de alimentos ricos en antioxidantes y hacer ejercicios, principalmente cardiovasculares como caminar.
La doctora Castillo Medina asegura que ningún medicamento ha probado reducir cien por ciento el acumulo de grasa en el hígado. "Algunos medicamentos que se utilizan son: Vitamina E, fibratos omega 3, entre otros". Con medidas de disminución de ingesta de grasas, azucares y carbohidratos. Control de la enfermedad predisponente, como la diabetes, colesterol, triglicéridos.
El tratamiento del hígado graso consiste fundamentalmente en bajar de peso y aumentar la actividad física. La obesidad y el sobrepeso, los principales factores de riesgo, son modificables mediante cambios en el estilo de vida. Otras recomendaciones incluyen evitar el consumo de alcohol y el consumo de medicamentos innecesarios.
En aquellas personas que están en etapas más avanzadas de la enfermedad (inflamación o fibrosis hepática importante), pueden usarse algunos medicamentos que pueden ayudar, como agentes sensibilizadores de la insulina.
Esta inflamación del hígado, asociada con un incremento en el depósito de grasa, puede presentarse a mediana edad, en personas con sobrepeso y frecuentemente en diabéticos que no tienen ingestión de alcohol.
Esta patología, más frecuente en mujeres, es definida por la gastroenteróloga Alondra Castillo Medina como la acumulación de grasa en las células del hígado, que se llaman hepatocitos.
Entre las causas cita la presencia de diabetes y la obesidad, sobre todo a nivel del tronco, el aumento de triglicéridos y una historia familiar de esteatosis o esteatohepatitis son algunos de los factores más comúnmente asociados a esta enfermedad.
La acumulación de grasa en el hígado puede deberse también al síndrome metabólico, desnutrición, pérdida rápida de peso, ingesta excesiva de alcohol, cortico-esteroides, estrógenos sintéticos, enfermedades inflamatorias intestinales, diverticulosis con sobrepoblación bacteriana, VIH, Virus C de la hepatitis, tuberculosis, cirugía para obesidad, ingesta de aspirina, cocaína, medicamentos antirretrovirales, dislipidemias, (colesterol y triglicéridos elevados y enfermedad hepática aguda en el embarazo.
El hígado graso generalmente se sospecha en los pacientes con enfermedades o condiciones descritas anteriormente. En la mayoría de los casos el paciente se encuentra asintomático; pero puede presentar fatiga, sensación de "llenura" abdominal o puede presentar aumento de tamaño del hígado.
Se considera que tres de cada diez pacientes con esteatosis pueden evolucionar a una forma más grave de daño hepático, inflamando las células del hígado, fenómeno llamado esteatohepatitis. Esta condición con el tiempo puede evolucionar y el paciente puede desarrollar cirrosis (hígado cicatrizado).
Para prevenir este mal se recomienda que los pacientes diabéticos y con obesidad tengan un adecuado control de sus padecimientos. Debido a que una disminución acelerada del peso puede ser nociva para el hígado, se ha recomendado una disminución paulatina de peso de medio kilo por semana en niños y un kilo y medio en adultos, mantener una dieta equilibrada a base de alimentos ricos en antioxidantes y hacer ejercicios, principalmente cardiovasculares como caminar.
La doctora Castillo Medina asegura que ningún medicamento ha probado reducir cien por ciento el acumulo de grasa en el hígado. "Algunos medicamentos que se utilizan son: Vitamina E, fibratos omega 3, entre otros". Con medidas de disminución de ingesta de grasas, azucares y carbohidratos. Control de la enfermedad predisponente, como la diabetes, colesterol, triglicéridos.
El tratamiento del hígado graso consiste fundamentalmente en bajar de peso y aumentar la actividad física. La obesidad y el sobrepeso, los principales factores de riesgo, son modificables mediante cambios en el estilo de vida. Otras recomendaciones incluyen evitar el consumo de alcohol y el consumo de medicamentos innecesarios.
En aquellas personas que están en etapas más avanzadas de la enfermedad (inflamación o fibrosis hepática importante), pueden usarse algunos medicamentos que pueden ayudar, como agentes sensibilizadores de la insulina.
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